El Mito del Talento

A dragon playing bass guitar.

Aprender música debe ser un viaje de toda la vida: evita apresurarte, compararte con otros o ponerte plazos. Comprométete, disfruta del proceso y vuelve siempre a tocar música, sin importar los obstáculos.

El primer intento

Cuando tenía unos 15 años, hice lo que todos hacen: compré una guitarra con la ilusión de descubrir un talento oculto. Fui a una academia de música y pagué por un profesor particular. Después de unas semanas, descubrí que odiaba tocar la guitarra. Era tan complejo. Mi mente no podía entender cómo colocar los dedos en cuerdas que se clavaban en mi piel. Se sentía horrible, casi como una tortura.

Me gustaba el sonido de la guitarra, pero odiaba tocar la guitarra.

Entonces toqué un bajo eléctrico…

…y todo cambió.

Esta vez, el proceso fue completamente diferente. Las cuatro cuerdas gruesas tenían sentido. Los patrones empezaron a formarse fácilmente en mi mente.

La vibración y la fuerza del bajo eran increíblemente satisfactorias. Me encantó desde el primer momento. Pero la vida tenía otros planes.

El ciclo de la derrota

A toda mi familia le molestaba que practicara. Constantemente me pedían—algunas veces amablemente, otras no tanto—que dejara de tocar o que tocara otra cosa.

Sin auriculares, las notas resonaban por las paredes y hacían vibrar las ventanas.

No me interesaba mucho aprender música; solo me gustaba fingir que podía tocar, esperando que algún día, sin mucho esfuerzo, descubriría un talento oculto que me convertiría en músico profesional.

Esto, por supuesto, nunca sucedió.

Eventualmente, dejé de tocar.

Las razones son familiares para cualquiera que haya abandonado una pasión. Eché la culpa a todo y a todos menos a mí mismo, pero la verdad era una mezcla de todo esto:

  • Falta de disciplina
  • Estándares poco realistas
  • No ver progreso
  • Buscar gratificación instantánea
  • Pensar que “sabía” tocar una canción solo por acertar las notas
  • Falta de entrenamiento auditivo
  • Estudiar fundamentos musicales aburridos que asumía que debía saber antes de divertirme tocando
  • Falta de tiempo; estaba demasiado ocupado con “otras” cosas

Vendí mi bajo, me convencí de que no tenía talento musical y que el talento era algo con lo que se nacía, así que no se podía aprender.

10 años después

Me topé con un video de YouTube. Alguien estaba tocando el bajo. Sentí una llama en mi interior.

Sentí que necesitaba volver a tocar música…

…pero no quería fracasar…

…otra vez.

Decidí hacer todo lo posible para cambiar mi perspectiva sobre tocar música.

En vez de comprar un bajo de inmediato,

decidí ver tutoriales de YouTube durante 30 días.

Mi objetivo: si después de un mes seguía queriendo tocar, me comprometería a aprender.

Me rodeé de bajistas online que me inspiraban, me enseñaban y me daban ganas de tocar. Cada noche antes de dormir, veía un tutorial e intentaba sumergirme en el mundo del bajo.

Algunos días me alegraba de no tener un bajo, pero poco a poco empecé a sentir que las lecciones que veía eran lo suficientemente fáciles como para intentarlas.

Mientras veía las lecciones de YouTube, escuché sobre dos libros, ambos escritos por Daniel Coyle, que cambiaron mi perspectiva sobre el talento y el aprendizaje:

Dos libros geniales

  • El Código de Talento
  • El Código de la Cultura

El Código de Talento profundiza en la ciencia de la adquisición de habilidades, argumentando que el talento no es innato, sino que se desarrolla a través de la práctica profunda, la motivación y la guía de un maestro.

El Código de la Cultura examina la dinámica de los grupos y organizaciones exitosas, revelando los elementos clave que fomentan la colaboración, la confianza y el alto rendimiento. Identifica tres habilidades esenciales—crear seguridad, compartir vulnerabilidad y establecer un propósito—que impulsan el trabajo en equipo efectivo y crean entornos donde el aprendizaje y la innovación prosperan.

Esta fue la primera vez que tuve pruebas científicas de que el talento es algo que los humanos pueden desarrollar practicando.

El momento de revelación

Iba en el tren aéreo cuando, de repente, lo entendí: tocar un instrumento es un compromiso de por vida. La ansiedad por fracasar desapareció de golpe. Si me comprometo a tocar el resto de mi vida, no hay habilidad que no pueda desarrollar; solo tomará tiempo.

Tomé una decisión que transformó mi perspectiva sobre aprender música:

  • No pondría límites de tiempo a mi aprendizaje.
  • No me pondría expectativas poco realistas.
  • Competiría solo contra mí mismo.
  • Tocar sería solo por el puro placer de tocar.
  • Solo aprendería lo que quisiera aprender, cuando quisiera aprenderlo.

Inspirado por los audiolibros que había estado escuchando, dividí mi aprendizaje en partes pequeñas y repetibles.

Mi reto: Aprender a tocar la línea de bajo de “Sultans of Swing” de Dire Straits.

Empecé el 21 de julio de 2023, y casi todas las noches durante meses, solo toqué esa canción.

Así fue como empecé:

  1. Transcribí la canción a una partitura que me permitía bajar la velocidad sin cambiar el tono. Durante los primeros meses, toqué la canción al 50% de la velocidad.
  2. Cada vez que sentía que mejoraba, aumentaba la velocidad un 5%. Esto continuó noche tras noche.
  3. Cuando llegué al 75% de la velocidad, estaba feliz. 🙂
  4. Al 85% tuve que cambiar la forma en que usaba los dedos para tocar. Esta fue la parte más difícil para mí: aprender a desaprender, para poder volver a aprender.

El 12 de octubre de 2023, logré tocar la canción al 100% de la velocidad.

Esa canción me tomó 83 días aprenderla.

No la he perfeccionado, pero estoy muy orgulloso de mí mismo.

Lo mejor de todo: ¡Mi sistema funcionó!

Ahora puedo aprender cualquier canción usando este método, siempre que esté dispuesto a comprometerme, aumentar la velocidad con paciencia y continuar el proceso… solo se pierde si uno se rinde.

La alegría de aprender esta canción fue muy grande, quizás la mayor que tendré, porque fue la primera vez que me demostré a mí mismo que podía aprender, que podía tocar y que tenía “talento”.

Toda esta experiencia me llevó a creer que soy un músico que no necesita talento para aprender, solo práctica y paciencia.

El destino nunca fue la meta. El viaje—con todas sus luchas, pequeñas victorias y momentos de alegría—es lo que realmente importa. La habilidad de aprender es invaluable.